"Este tipo de coplas formaban parte de la educación sentimental de las jóvenes de la época. Las protagonistas de la copla que en los años cuarenta conmovían a hombres y mujeres eran tan bellas como infelices, y, no por casualidad, habían perdido la honra, se movían en el mundo incierto y peligroso del espectáculo, eran "queridas" o "mantenidas" o habían desafiado a los hombres que las amaban.
La voz doliente de Conchita Piquer lanzaba desde las ondas de la radio, de modo subliminal, una advertencia sobre su aciago destino: la soledad, la desgracia y el abandono. [...]
Todas las protagonistas comparten el destino de la pecadora, que al vender su cuerpo renuncia al matrimonio, al verdadero amor y a la maternidad."